Aprecidos usuarios en esta publicación compartimos información relativa a la campaña informativa de prevención de la Hepatitis. La misma se desprende de la realidad existente actualmente en la región, donde se refleja un número considerable de casos presentados a los organismos regionales de salud.
¿Qué es la Hepatitis?
Generalmente, se suele asociar la hepatitis a una infección vírica. Pero la realidad es que los factores que la generan pueden ser otros, entre las que también destacan:
Daño al hígado motivado por el alcoholismo u otros tóxicos.
Causas derivadas del uso abusivo o sobredosis de medicamentos.
Infecciones víricas (las hepatitis A, B, C, D y E de las que se hablará posteriormente).
Patologías hereditarias, entre las que destacan la enfermedad de Wilson, la fibrosis quística o la hemocromatosis, una dolencia derivada de un exceso de hierro en el sistema.
Principales síntomas de la hepatitis
Como se ha venido apuntando, son varias las causas que pueden generar la hepatitis. Las principales señales de alerta se pueden resumir en:
Defecaciones claras
Las deposiciones claras, cuasiblanquinosas, son un síntoma que debe alertar, ya que es una señal común de enfermedad hepática. La respuesta a este síntoma radica en la bilirrubina, sustancia responsable de la coloración marrón de las heces. Si el hígado no está trabajando correctamente y se encuentra inflamado, provoca que la bilirrubina que debe llegar hasta el hígado no se metabolice en dirección a las heces, provocando esa coloración.
Orina turbia
Si se detecta que la orina es más oscura de lo normal, podría tratarse de otro síntoma de hepatitis, por una acumulación de bilirrubina en la sangre.
Coloración amarilla de la piel y los ojos
Sin duda, es el efecto más sintomático y característico de la hepatitis: la conocida como ictericia. De nuevo, la bilirrubina juega un papel fundamental en este proceso. Una acumulación de esta sustancia en la sangre es la causa de este síntoma.
La ictericia no es solo una señal habitual de la enfermedad hepática, sino que también se puede encontrar en otras sintomatologías relacionadas con el mal funcionamiento del hígado (cirrosis, síndrome de Gilber, fiebre amarilla…).
Dolor abdominal
Como se ha mencionado anteriormente, la hepatitis es una hinchazón del hígado que genera un dolor del órgano, dolor que característicamente se ubica en la parte superior derecha del abdomen, debajo de las costillas. Incluso en algunas circunstancias, un simple examen del abdomen permite detectar la inflamación hepática.
Picores
Una de las consecuencias que se asocian a la ictericia es la irritación en la piel, ya que la bilirrubina depositada en ella provoca los molestos síntomas de picor. De hecho, especialmente en personas con tez más oscura, los primeros síntomas vienen determinados por estos picores, sin explicación evidente, antes de que una manifestación de tez amarillenta.
Otros síntomas
A los cuadros anteriormente descritos habría que añadir otros síntomas que se asocian generalmente a la hepatitis como lo siguientes:
Debilidad y agotamiento físico.
Pérdida de apetito y ganas de comer.
Náuseas y vómitos.
Aparición de fiebre baja.
Y, entre otros, pérdida de peso.
Prevención de los distintos tipos de hepatitis
Hepatitis A
Para evitar el contagio de la hepatitis A existen dos posibilidades: las vacunas (inyecciones) y los cuidados personales.
Las vacunas son medicamentos que se suelen dar cuando la persona está sana y que acostumbran al organismo a defenderse de la invasión de virus. El objetivo es evitar que tenga la enfermedad.
- Vacunación infantil. Entre los 2 y los 18 años, deben ponerse tres inyecciones en el plazo de un año.
- Vacunación en adultos. Los adultos deben recibir dos inyecciones en un plazo de 6 a 12 meses.
Los cuidados personales son una serie de medidas higiénicas, como por ejemplo:
- Lavarse las manos después de ir al cuarto de baño, antes de preparar cualquier clase de alimento o antes de ponerse a comer.
- Si es necesario tocar excrementos de otras personas, utilizar guantes de goma. Después de hacerlo, lavarse siempre las manos.
- Cuando se visiten sobre todo países del tercer mundo, beber agua embotellada, no utilizar cubitos de hielo ni lave la fruta y la verdura con agua del grifo.)
Hepatitis B
Para evitar el contagio de la hepatitis B, existen dos posibilidades, igual que sucede con la hepatitis A: las vacunas (inyecciones) y los cuidados personales.
Las vacunas son medicamentos que se suelen dar cuando la persona está sana y que acostumbran al organismo a defenderse de la invasión de virus. El objetivo es evitar que tenga la enfermedad.
- Vacunación en bebés. Todos los bebés tienen que ponérsela. La primera inyección se administra en cualquier momento entre la 4ª u 8ª semana de vida, pero si la madre es portadora se administra a las 12 horas del nacimiento; la segunda, entre los 30 días s y los 2 meses de edad (dependiendo de cuándo se administró la primera); y la tercera, entre los 6 y los 18 meses de edad.
- Vacunación en niños mayores y adultos. También pueden vacunarse los niños y los adultos que lo hayan hecho antes. La vacunación se realiza a lo largo de seis meses, durante los que hay que ponerse tres inyecciones en el plazo de seis meses. Los niños que no se han vacunado deben hacerlo.
Los cuidados personales son una serie de medidas higiénicas que todo el mundo debería adoptar, como por ejemplo:
- Usar preservativo cada vez que se mantengan relaciones sexuales.
- No compartir con nadie agujas para inyectarse drogas.
- Usar guantes si tiene que tocar la sangre de otra persona.
- No usar el cepillo de dientes o la máquina de afeitar de una persona infectada, o cualquier otra cosa que pudiera tener restos de su sangre.
- Asegurarse de que los instrumentos estén limpios, en caso de hacerse un tatuaje o perforación en alguna parte del cuerpo.
Hepatitis C
Para evitar el contagio de la hepatitis C, deben tomarse, sobre todo, medidas de higiene personales, como las que siguen a continuación, y que refieren a la posibilidad de entrar en contacto con sangre de personas infectadas, y al hecho de mantener relaciones sexuales seguras:
- Usar preservativo cada vez que se mantengan relaciones sexuales.
- No compartir con nadie agujas para inyectarse drogas.
- Usar guantes si tiene que tocar la sangre de otra persona.
- No usar el cepillo de dientes o la máquina de afeitar de una persona infectada, o cualquier otra cosa que pudiera tener restos de su sangre.
- Asegurarse de que los instrumentos estén limpios, en caso de hacerse un tatuaje o perforación en alguna parte del cuerpo.
¿Cómo se tratan las hepatitis?
Tratamiento de la Hepatitis A
A La mayoría de personas que contraen la hepatitis A se recuperan por sí solas en pocas semanas. No obstante, es muy importante seguir algunas indicaciones:
- Guardar cama durante varios días, o semanas según el estado general de la persona.
- Seguir una dieta rica en proteínas y pobre en grasas (para hacer descender el nivel de transaminasas en sangre).
- Tomar abundante líquidos (agua o zumos).
- No tomar bebidas alcohólicas hasta que se haya restablecido por completo.
- Tomar los medicamentos que el médico indique (no actúan contra la hepatitis, pero sí alivian los síntomas y ayudan a sentirse mejor).
- Evitar algunos tipos de medicamentos como analgésicos y tranquilizantes.
Tratamiento de la Hepatitis B
A diferencia de la hepatitis A, la hepatitis B sí necesita tratamiento efectivo. Las posibilidades son dos:
- Administración de un medicamento, interferón, que se ha de aplicar mediante inyecciones.
- La mayoría de pacientes ha de tratarse a lo largo de cuatro meses.
- Trasplante de hígado mediante operación de cirugía (es necesario en ciertos casos en que el hígado deja de funcionar correctamente a causa de este tipo de hepatitis).
Tratamiento de la Hepatitis C
El método de tratamiento para este tipo de hepatitis es igual que el de la hepatitis B.
- Administración de un medicamento, interferón, que se ha de aplicar mediante inyecciones.
- La mayoría de pacientes ha de tratarse a lo largo de cuatro meses.
- Trasplante de hígado mediante operación de cirugía (necesario en ciertos casos en que el hígado deja de funcionar correctamente a causa de este tipo de hepatitis).
Existen también terapias alternativas (tales como la homeopatía, dietas macrobióticas, plantas medicinales y otras) que han tenido una respuesta muy exitosa en reducir el daño hepático y mejorar la salud general de la persona. Antes de acudir a un terapeuta alternativo, hay que tomar en cuenta:
- si tiene experiencia en tratar con la hepatitis;
- si está adecuadamente calificado y reconocido en el medio;
- cuánto va a costar el tratamiento;
- cómo mide el terapeuta la recuperación de sus pacientes y la efectividad de la terapia.
Probablemente es mejor acudir a terapeutas que hayan sido debidamente recomendados y que trabajen en conjunto con otros. Si el terapeuta alternativo sugiere dejar de ver a al médico, es aconsejable dejar de ver al terapeuta. Por otro lado, se ha visto que tener un espíritu positivo y ánimo tiene una profunda influencia sobre la salud y bienestar de la persona.
¿Qué significa ser portador del virus?
Las personas "portadoras" del virus de la hepatitis son aquéllas que están infectadas, pero en las que la enfermedad no llega a presentarse nunca ni los médicos detectan signo alguno de la misma ni lesiones en el hígado. Sin embargo, un reducido número de ellos puede llegar a desarrollar otras enfermedades graves, como la insuficiencia hepática (mal funcionamiento del hígado) o el cáncer de hígado.
En realidad, este problema se presenta en los casos de las hepatitis B y C. Aunque el número de portadores del virus de la modalidad C es muy reducido, al contrario de lo que ocurre con el de la modalidad B. Los consejos que deben seguir y las precauciones que han de tomar unos y otros son las mismas. Los portadores del virus de la hepatitis B y C necesitan hacer revisiones periódicas para comprobar que su hígado está bien.
Las medidas que deben tomar son las siguientes:
- acudir al médico una vez al año como mínimo: si éste recomienda más visitas, seguir su consejo;
- comunicarle qué medicamentos está tomando, incluso los que se compran sin receta, porque los efectos secundarios de algunos de ellos perjudican el hígado;
- si se trata de una mujer y se queda embarazada, también hay que avisar al médico para que éste pueda dar al futuro bebé la medicación necesaria para que no se contagie;
- cuando el niño haya nacido tendrá que vacunarse de inmediato (12 horas después del parto) de hepatitis B;
- no tomar bebidas alcohólicas, porque el alcohol también perjudica seriamente el hígado;
- vacunarse todos los años contra la gripe;
- vacunarse contra la hepatitis A, que puede dañar seriamente el hígado;
- no comer ostras crudas, porque son portadoras de una bacteria que provoca otra enfermedad infecciosa grave: la septicemia.
Dado que las personas pueden contagiarse entre sí la hepatitis a través del contacto con la sangre y otros líquidos corporales, como la saliva, el semen o el flujo vaginal, la persona portadora debe asegurarse también de todo lo que sigue a continuación:
- la pareja sexual debe vacunarse contra la hepatitis;
- utilizar preservativo al mantener relaciones sexuales;
- asegurarse de que todos los miembros de la familia estén también vacunados;
- cada vez que el afectado se hace un corte o una herida, debe acordarse de llevarlo bien tapado, con tiritas, gasas o vendajes, según el caso;
- meter objetos de uso personal como servilletas y pañuelos de papel, toallas higiénicas y tampones en una bolsa de papel antes de echarlos a la basura;
- lavarse las manos después de haber tocado la propia sangre u otros líquidos corporales;
- si en algún lugar caen gotas de sangre, por ejemplo, de un corte, hay que limpiarla, primero, y repasar después la superficie donde haya caído con algún producto que contenga cloro;
- no masticar los alimentos que se le vayan a dar a un bebé;
- no donar sangre, plasma, órganos, piel o espermatozoides;
- no compartir nunca cepillo dental, cuchillas de afeitar, lima de uñas o cortauñas;
- alimentos que hayan estado en la boca, como por ejemplo un chicle; agujas para inyectarse droga.
En caso de que alguien del entorno de la persona portadora entrara en contacto con la sangre u otros líquidos corporales de la misma, siempre es posible darle un tratamiento preventivo. Éste incluye un programa de vacunación con el que aumentan considerablemente las posibilidades de que no pase nada.